Biofrikitegrafías

Cuando un niño cumple años, los papis le organizan una fiesta y se atusan el pelo, se arreglan un poco y lo sacan al mundo para que vean qué guapo es y qué mayor se hace. Los Frikitecaris nos arreglamos el moño y afilamos nuestro tacón de aguja. Y nos presentamos a los amigos de su niño.

Algernon
Soy un ratón albino de laboratorio. Nací en un criadero de Taconic Farms Inc. a partir de un riguroso proceso de reproducción in vitro. Observo el mundo con mis adorables ojillos rojos. Los bigotes creo haberlos heredado de mi madre, pero el pelo blanco viene de fábrica. Desde que consiguiera huir de la jaula 2393 he estado viajando por el mundo con medios de fortuna y compartiendo avatares con ratas de alcantarilla de muy baja extracción. Pero no todo ha sido malo: hace un tiempo trabé amistad con simpáticos humanoides de Frikitecaris y mi vida ha cambiado. Me pasan esquirlas de parmesano a diario, lechuguita trocadero y agua fresca. ¿Qué más puedo pedir?

En mi tiempo libre, además de roer cualquier cosa que esté a mi alcance, pienso en cómo dominar el mundo y declarar la supremacia del género Mus sobre el resto de organismos. También dedico una fracción nada desdeñable de mi día a leer sobre física de estado sólido, topología, etología humana y ergonomía de las ruedas de actividad. Otros de mis proyectos consiste en crear un ejército de ratones ópticos inalámbricos que se subleven de la esclavitud convirtiéndose en una tropa de choque cibernética (a fin de cuentas a nadie le gusta tener una mano sudada sobre el cogote durante horas).
Frikitecaris es mi nueva madriguera, y aquí puedo decir que me siento como en casa.

Anna

Hija pequeña de un hereu y una pubilla de una masía de un bonito pueblecito de la Cataluña rural (que no profunda) , una servidora nació en pleno verano con 15 días de adelanto. Esto supuso, entre otras cosas, una gran golpe para la ya de por si paupérrima economía familiar, dado que frustré la recolección de los últimos melocotones de la temporada, que mi santa madre tenia planificada para antes del día P (de parto ) y marcó para siempre mi, de sobras conocido, don de la oportunidad (de hacer las cosas a destiempo: cuando todo el mundo ya las ha hecho o cuando ya nadie las hace).

Tras esquivar las presiones familiares para estudiar Ciencias Empresariales (“si, nena, que de eso hay trabajo”) , por decisión personal y como primera opción , decidí meterme a bibliotecaria ( pero aún no tengo claro si por vocación o oposición….O si tiene que ver con el don adquirido que les he comentado antes).

Criada en un ambiente bucólico – agrícola - floral, era inevitable desarrollar una pasión por la naturaleza y el reino animal que desembocó en mi traslado laboral a la ciutat comtal, trabajando en un sótano sin luz natural donde concentro gran parte de mi energía en aumentar mi colección de cadáveres de cucarachas aplastadas por periódicos enrollados (3.153, si no me he descontado, obtenidas con 5 cabeceras de periódicos distintos)

Gran amante de la vida ociosa (mi único objetivo en esta vida) , ahora, además, he añadido a mi vida cotidiana algún que otro post en este gran blog, donde encuentro las dosis de terapia diarias necesarias para no desequilibrarme (más de lo que ya estoy) . Y para poder dar rienda suelta al sentido del humor (que considero absolutamente imprescindible para sobrevivir)

Atarplus

Me crié en un barrio chungo Villata, ciudad sin ley, donde lo primero que tenías que aprender es a correr, defenderte y las canciones de "Los Chichos". Pero casualidades de la vida, como era el niño empollón de la clase, me pusieron a cuidar de la "biblioteca" del cole, que eran 3 estanterías grandes llenas de libros de "El Barco de Vapor". Ya sabeis, carnés, préstamos, devoluciones, multas de a peseta o a duro si se pasaban mucho en las devoluciones.

Y creciendo, creciendo me metí en Bibliolobotomía y Docudesesperación para estudiar como ordenar los libros, papeles y demás soportes, aunque realmente me saque el master en "Experto Jugador de Mus", Cátedra en "Deportes Olímpicos" (creo que practiqué todos los deportes) y el título más importante: "Novio que te aguanten" por que desde entonces conocí a mi media naranja ... Momento abrazanenúfar ...

Dejé de crecer a lo alto para crecer a lo ancho y empezé en las mil y una becas a currar, en un par de bibliotecas, en la empresa "Explotamos Biblioteconomos a 5 € la hora", en 3 ó 4 más empresas con nombre parecido y con 2 juicios ganados por despidos improcedentes (Rebelde que sale uno). Actualmente trabajo con King-Kong diseñando infortunios para cenutrousarios y ventajas para frikitecaris.

Pozupueto, al final de mis escritos pongo un:

Altalego


Biblioteclaria

Mi infancia son recuerdos de un pueblo de Castilla donde vi la luz una blanca tarde de enero. Hasta aquí el plagio, se me ocurrió y no lo he podido evitar, lo siento.

Empecé el colegio sabiendo leer gracias al empeño de una de mis hermanas mayores y a la historia de El gato Micifuz. Así que nunca sabía por dónde íbamos en la cartilla Paláu cuando me preguntaba la señorita porque, para cuando me tocaba a mí, ya había leído siete veces el “cha-che-chi-cho-chu” y el “yema-yate” y me había ensimismado ante el encanto increíble que para mí tenía la fémina de la ilustración que había sobre la palabra “mujer”, con su blusa rosa y su pelo ondulado, decidiendo que quería ser así de mayor.

De la biblioteca escolar recuerdo el primer libro que llevé en préstamo, Ricitos de oro. La alumna “de las mayores” que estaba atendiendo aquel día me dijo que era un libro muy gordo para mí y consiguió dos cosas. Que me lo leyera de un tirón al volver a casa y que odie hasta hoy el comentario “es que es muy gordo” como excusa para no leer un libro.

Desde entonces hasta hoy he seguido leyendo libros (alguno incluso más gordo que Ricitos de oro): mientras estudiaba en el instituto, la carrera, mientras trabajaba en arqueología, mientras opositaba... Y ahora que trabajo en una biblioteca leo menos de lo que me gustaría porque no encuentro demasiado tiempo.

Este último dato, el de ser quien ocupa el mostrador en una biblioteca, me aporta el encanto increíble.

Hace años que dejé de alisarme el pelo y echar juramentos cuando llueve.

Tengo una blusa rosa.

¿Se puede pedir más?


Cristina

Nací en plenas vacaciones estivales, fruto gerundense de un arrechucho entre un jienense y una burgalesa que se conocieron en Barcelona. Del primero heredé, además de su rictus de seriedad, una mata de pelo negro azabache. De la segunda conseguí un perfecto arqueo de cejas que enmarca unos infitos ojos verdes en los que los usuarios se ahogan. Mis aficiones van desde el muay thai hasta el ritual del té del mediodía, pasando por practicar mobbing a mis usuarios y amenazarlos con romperles las piernas si veo que han tocado un libro que no deberían. Confieso que odio el olor a libro viejo y me da repulsa cuando alguien me pide que les recomiende un libro, solicitud que suele ser respuesta con el obsequio de un ejemplar de un Código de Comercio. Mi manicura debe permanecer impoluta a toda costa. Mi segundo hogar es mi zulo, llamado lugar de pseudo-trabajo, o cueva, mi república independiente desde el que torturo a todo aquel que se cruza en mi camino.

Sin embargo, en fechas señaladas, como hoy, estoy orgullosa de que mis labios se arqueen hacia arriba en algo parecido a una sonrisa, porque adoro a mi niño y a todos aquellos con quien comparto sus logros.

Don Quijote de Bolonia

¿Quién dijo miedo? ¡Que no cunda el pánico ni panda el cúnico! La DMF cuenta con un infiltrado más en las hordas de cenus... Un usuario majomajo (Cristina dixit) con alma de bibliotecario frustrado (ya es bastante con la diplomatura en psicología y casi la licenciatura en traducción como para andar ahora coqueteando con la biblioteconomía, entiéndanme ustedes). El caso (o el caos) es que si nadie lo remedia ya me irán viendo por el blog, damas y caballeros... ¿Y quién soy yo, se preguntarán? Soy don Quijote de Bolonia, antiguo visitante del blog, antiguo comitente pro-usuarios y nuevo perpretador. Nací hace relativamente poco (o mucho, según se mire) en una de esas ciudades andaluzas llenas de universitarios, señoras-mantilla-semanasanteras, veranos a 50 grados y tapitas en los bares a menos de 20km de Marruecos, con lo cual no sé si vengo del sur sur sur de Europa o del norte norte norte de África... ¿Sur o no sur? he ahí la cuestión, y todo eso se lía mucho más cuando -previo paso por Bulgaria e Italia- uno se acaba viniendo a vivir a Las Palmas (¿oigo murmullos de envidia cochina o me lo parece?) y se convierte en frikitecario con una hora menos... Bueno, ahora sí considero hechas las presentaciones. ¡Nos veremos por el blog!



Enric Pineda
Aunque soy (y me considero) catalán como el que más, nací un día de San Isidro (patrón de Madriz) y mi ADN es una curiosa mezcla catalano-toledano-gallego-aragonés de la ostia. De mamá saqué la cabeza (en un sentido amplio, muy amplio), y de papá el resto, desde mi imponente físico a mi irresistible sentido del humor.

Mis aficiones van desde apuntarme a toda web social que tenga un poco de repercusión en Internet, hasta la práctica de la lengua y escritura chinas. Mis defectos incluyen una capacidad innata de ponerme histérico por nada, y una memoria de pez. Pero oiga, nadie es perfecto.

Vivo en un mundo pseudo-ideal, donde almenos no tengo contacto directo con cenutrousuarios, aunque me sablen a correos electrónicos pidiéndome nombres de usuario y password que han perdido (en este mundo médico, los post-its y las agendas no deben existir). Si me piden que les recomiende un libro, les redirijo a Youtube. Si me piden que les recomiende música, les canto el Chikichiki.

No sé si considerarme el padre de la criatura, pero seguro que soy el tío que, mientras le alarga el puro en la boda de la prima Sonsoles, le dice al niño: "a ver si nos afeitamos el bigotillo, hombre, que parece un camino de hormigas!". Me alegro de que el nen tenga buena salud, éxito entre las féminas, y unos amigos tan admirables como vosotros.

Ferran (Un que passava)

Fue en verano y a sólo media hora de un vulgar miércoles catorce cuando vino al mundo esta adorable criaturita de la que os esribo. Barcelonés de nacimiento y de elección, la verdad es que vivió casi media vida fuera de la ciudad, pero dicen que el criminal siempre vuelve a la escena del crimen y no sólo ha vuelto a vivir en Barcelona sino que lo hace a dos calles de donde nació.

Dicen los que lo recuerdan que a este dulce infante lo alimentaron de bien pequeñito a base de cuentos, así que no es de extrañar que pronto aprendiera a leer y se aplicara a esa tarea con la inmadurez propia de tan tiernas edades. Lo leía todo con devoción y hambre y más de uno opina (bueno, uno por lo menos) que la lectura le salvó de la desesperación y de otros males adolescentes. Siendo tan de letras como es, sorprende a muchos saber que su vocación fue, sucesivamente, la veterinaria, la biología y la ingeniería genética, hasta darse de bruces con las ciencias puras y volver al redil de donde nunca debió salir: las letras.

Y fue estudiando letras que aquel joven que nunca había pisado más biblioteca que la de la escuela porque tenía una buena biblioteca en casa se hizo becario de la biblioteca, y tanto le gustó que todavía trabaja en una y no quiere dejarlo. Y en eso está: buscando y encontrando libros basándose en las pistas más descabelladas que le proporcionan los usuarios, sufriéndolos en silencio y a veces a voces, disfrutando de su trabajo la mayoría de las veces y llevando cada día a la práctica esa máxima que dice que nunca es tarde para aprender algo nuevo.

Y como unas cosas llevan a otras, un día descubrió Internet, más tarde descubrió los blogs, un pelín más tarde descubrió Frikitecaris... y cuando se quiso dar cuenta lo habían convertido en perpetrador, gracias a las artes de seducción de la excelsa mujer que ejerce de Jefa de todo esto.

GeekTeca

Era una radiante y calurosa tarde de agosto cuando mis padres pudieron escuchar mis primeros berridos. Mi pobre padre al verme no sabía muy bien a quién tenía delante, si a su hijo o al de un alien, pues el parto se complicó y los fórceps me dejaron este melón que tengo por cabeza de la misma forma que la de un bebé alien.

Esa alteración debió de facilitar mis progresos en lectura y escritura, pues con sólo cuatro años mis padres cuentan que sabía leer y escribir perfectamente. También dicen otras cosas que no pienso reproducir en estas líneas, pero al parecer también era un poquito cabroncete. Tan sólo una anécdota: con tres años mi madre me sorprendió colgado en el tendedero de la ropa cual Tarzán agarrado a su liana. Menos mal que vivíamos en un segundo piso.

La culpa de mi pasión por las bibliotecas la tiene el libro de Gabriel García Márquez Relato de un Náufrago [...]. No es que me encante especialmente, tuve que ir a buscarlo a una biblioteca y allí encontré un lugar fascinante con una bibliotecaria que te ayudaba a buscar todo lo que necesitabas, y de la que me gustaba ese acento chileno, sobre todo cuando me decía "¡ay mijito, qué cosas lees!".

De ahí pasamos a un módulo 3 de Biblioteconomía, con tan buena suerte que me dieron una beca Leonardo para hacer prácticas en una biblioteca universitaria de Gales. Aprendí mucho sobre el formato Marc, el préstamo interbibliotecario, incluso hice mis primeros pinitos como creador de contenidos web, estoy hablando de hace ya doce años... La dichosa y jodida carrera, donde conocí a mi santa...

Y entonces llegaron las becas, las prácticas, los contratos basura, las oposiciones... Hasta que un día sonaron las campanas y aprobamos, mi santa y yo, las dos únicas plazas de la convocatoria para trabajar como funcionarios en una biblioteca pública. Y desde entonces este "funcionario de mierda" (mote que me han puesto mis amigos) trabaja de sol a sol intentando poner en marcha la dichosa biblioteca junto con su santa.


Grine


Llegué a este mundo en Madrid en plenas vacaciones estivales lo cual me dejó frustrada de por vida por no poder celebrar nunca mi cumpleaños con chuches en el colegio.

Mis padres eran muy jóvenes y bastante pobres así que nunca tuve el "supercinexin" ni la Barbie, pero a cambio tenía una caja repleta de cuentos con la que pasaba horas y horas imaginando cada historia que leía como si yo fuera su protagonista. Este hecho sumado a que fui hija única hasta la edad de 7 años dio como resultado la historia de una mujer pegada a un libro y que me diera por estudiar esa carrera que nadie sabe para qué sirve, sí esa de ¿Bibliotequé? y la de ¿y para colocar libros hay que estudiar una carrera?

En la universidad conocí a mi media naranja y juntos demostramos que la teoría por la cual dos bibliotecarios juntos harían explotar el universo era un mito sin ningún fundamento. Tras años de estudiar chorradas para oposiciones (véase un claro ejemplo de las tonterías que hay que aprenderse para trabajar en una biblioteca) conseguimos los dos nuestro objetivo a la vez y en el mismo sitio, así que ahora somos el chismorreo del pueblecito en el que trabajamos (sí, los bibliotecarios son pareja... qué interesante).

Desde entonces trabajamos en equipo para domar a nuestros cenutrousuarios mediante las técnicas más eficaces de mobbing y torturas físicas varias. Mi arma infalible es el hacha de escritorio con la que estoy consiguiendo la perfección de movimientos gracias a la práctica diaria a la que me someto sin descanso.

Frikitecaris es lo mejor que me ha podido pasar porque descubrir que somos muchos los que perseguimos el mismo fin nos hace más fuertes y ser parte de esta familia me ha dado nuevas motivaciones para seguir adelante: lograr la DMF mientras nos reímos de todo y de todos, hasta de nosotros mismos.

Jaume

Hijo de felanitxer y palmesana -autóctono mallorquín, de pura cepa y con tapa rabos- , ya de pequeño era el vivo espíritu de la contradicción. Debía tener los pies cóncavos como mi progenitor pero resultaron ser exageradamente planos. Los médicos me diagnosticaron imposibilidad de realizar cualquier ejercicio y desde entonces no paro, en parte obligado por las orejas de soplillo y la poco agraciada fisionomía que me ha sido otorgada :D. Mallorquín, tengo el típico carácter foráneo, de esos que se exasperan con la pachorra isleña.

De pequeño, alumno de nota media y escasa dedicación, fuí empleado manual de pronóstico (otra vez fallido). Naturalmente eso no me convencía y decidí dedicarme a la filosofía, es decir, fiesta, alcohol y setas psicotrópicas todos los fines de semana (que por supuesto incluyen los jueves y algún miércoles). Pero claro, ganarse la vida de esa manera es complicado y decidí que las bibliotecas eran lo mío.

Desde entonces no hago sino arrepentirme de mi elección, resulta que en esas sales infernales hay que trabajar, ¡¡¡¡y no siempre sentado!!!!. Ahora añoro la vida en la facultad, ante lo cual he decidido seguir estudiando hasta que la perilla deje de crecerme :)


Juanma

Mi biografía viene a ser algo así como la síntesis de las peores pesadillas de Frikitecaris (sí, técnicamente soy un cenutriousuario) y de Iwetel (sí, he trabajado en bibliotecas pese a no poseer la titulación, lo que técnicamente me convierte en un intruso profesional), todo en uno.


Para no ser menos y estar a tono con la tradición frikitecaria, nací en pleno verano; echando cuentas, tengo motivos sobrados para suponer que fui un «regalo de cumpleaños», ya que me llevo equis años y nueve meses exactos con mi madre. La misma tarde de mi nacimiento se desató una tormenta apocalíptica sobre Madrid, de las que tardan años en olvidarse, y el caso es que años después comencé a desarrollar una facilidad proverbial para destrozar ordenadores, electrodomésticos o cajeros automáticos; yo no digo nada, pero tal vez mi mote de JuanMagneto proceda de aquella aciaga tarde. En todo caso, fui un niño discretito que se pasaba el día entre libros…

Hasta aquí, vamos bien: parecía estar predestinado a ser un bibliotecario de provecho, aunque mi natural tímido y cierta tendencia genética a desarrollar cejas hirsutas e ingobernables hacían prever que mis arqueos de ceja ni iban a acojonar ni ná. Mala señal.

Retomo la narración.

El caso es que, más que leer, aquel tierno infante que era yo extendía todos sus libros a lo largo y ancho de mi habitación, formando calles y plazas, y mis cochecitos de juguete y clicks de Famóbil transitaban por aquella ciudad de papel. De ahí deriva mi vena cenutriousuaria, me temo.

La vena lectora llegó años después, cuando me leí El hobbit, El Señor de los Anillos, el Silmarillion, La historia interminable y La conjura de los necios en el transcurso de una gripe que me hizo comprender que no se debe comer nieve cuando vas de excursión a Navacerrada, por mucha sed que tengas. Salí de aquella experiencia convertido en un friqui de tres pares de cojones (secciones literatura fantástica, música de la Movida Madrileña y cine en general), vena que he mantenido desde entonces.

Quitando eso, prácticamente no di por saco hasta unos cuantos años después, cuando tuve la genial ocurrencia de echar a perder lo que por aquel entonces era una notaza en Selectividad para matricularme en la carrera de Historia (contemporánea, para más inri). Tras la preceptiva bronca familiar, decidimos que vale, que estudiaría Historia, pero que, cuando terminase la carrera, prepararía unas oposiciones y me metería a funcionario. Como no me motivaba lo más mínimo la idea de dar clases (la primera salida natural de un licenciado en Historia), me embarqué en unas oposiciones jurídicas que consumieron cinco años de mi existencia y me convirtieron en un cenu de los peores, de los que frecuentan las bibliotecas para estudiar de sol a sol y no hacen más que incordiar a los pobres bibliotecarios buscando siempre el único libro de derecho administrativo que no tuvieran, o el único BOE que se les hubiera traspapelado.

Tras un paréntesis forzoso, dejé aquellas oposiciones y me embarqué en la segunda salida natural de la carrera de Historia: un curso de técnico documentalista subvencionado por el INEM. Y aquí comienza mi etapa de intrusismo profesional. Conseguí meter la naricilla en la Biblioteca Nacional, primero como becario en prácticas, luego como «empresilla» (esto es, autónomo) y, por último, como subcontratado, lo cual me dio una visión global bastante aproximada de cómo funciona el mundillo por dentro. Mis jefas estaban encantadas conmigo y me recomendaban que me presentase a las oposiciones de facultativo, a lo que yo replicaba con un «Pues sed mis preparadoras» que desembocaba, inevitablemente, en un cambio radical de tema.

Así pues, reorienté mi carrera hacia la tercera salida natural de un licenciado en Historia: el sector editorial, para cabreo de los licenciados en Periodismo (que me consideraban un intruso profesional cuando dirigía revistas) y Filología (que me consideran un intruso profesional ahora que vivo de la corrección de estilo). Llevo casi una década comiendo gracias a esa vena friqui de mi adolescencia, pero también gracias a mis estudios universitarios y, cuando se tercia, regresando de manera ocasional a la catalogación de bibliotecas, preparación de bases de datos y todo aquello que me dé tiempo a hacer antes de perpetrar la enésima JuanMagnetada que haga perder todos los registros del día en apenas unos segundos.

Así pues, puedo decir que nado en un terreno intermedio e indefinido, pues no soy ni cenutriousuario ni bibliotecario sino todo lo contrario, aunque reúno cualidades de ambas especies y, desde luego, entro de lleno en el intrusismo profesional; por partida triple, además. Puestos a escoger una clasificación, prefiero considerarme un bibliotecario felizmente consorte, o un feliz consorte de bibliotecaria, o tal vez debería decir un feliz bibliotecario consorte. Lo cual, ahora que lo pienso, ha quedado de lo más abrazanenúfares.

Replicant

Cuando yo nací no me esperaban y un poco más y no había nadie en casa (como le ocurrió a Gila). Era una mañana tórrida de verano y mi madre estaba en la ducha, mi padre dando una vuelta-por suerte en Barna y no en su amado Berlín-, y el ginecólogo haciendo submarinismo en la Costa Brava.Como soy de natural impaciente, me dio por adelantarme un mes y pico, por lo visto no estaba a gusto o tenía curiosidad por ver el mundo exterior, no sé, lógicamente no me acuerdo. Tampoco me acuerdo de la caja de galletas que llegó a casa a mi nombre y que, con buen criterio, se zamparon mis padres de modo que a mí me dejaron una lata muy bonita pero ni las migas. “És que s’haurien fet malbé”, me dijeron más tarde los dos....He de decir que las prisas y la manía de querer ver mundo no me han abandonado en todos estos años. De pequeña me dedicaba a corretear hasta poner nervioso/a al más tranquilo/a y de mayor, en fin, la que me pongo nerviosa soy yo con las calmas chichas de alguno/a, principalmente usuario/a. De ahí que adopte mi otra forma de replicante, medio cyborg, por si hace falta canear a alguien (bueno, que conste que no suelo hacerlo, ¿eh?). Pero a veces conviene meter (algo de) miedo. Cosas de sietemesina superada... llegué a la universidad y todo...(claro que esto último puede indicar o bien mi mérito o bien que en la Universidad española le dan el título a cualquiera!).Bueno, a lo hecho, pecho!...y a partir de ahora a perpetrar! Replicant, resistint des de 197....


Rosa


En el mes de noviembre de hace ‘taytantos años vine al mundo: pequeña, llorica y pelona. En lugar de traerles a mis novatos papis un pan bajo el brazo les traje noches sin pegar ojo y una plaga de pulgas. Estos adorables animalillos me evitaron temprano contacto con ciertos miembros de mi familia que excusaron visitarme ante la presencia de tan incómodos invitados. Que suerte.

Mi primera infancia pasó entre los cuentos de una tal Carolina, novelas de Marcial Lafuente Estefanía (a duro las había comprado mi padre), y los tebeos de superhéroes que le mangaba a un primo algo mayor. Como queréis que saliera una mujer de provecho mamando de semejantes fuentes...

En fin. Como en mi entorno ya habían asumido que yo era rarita no pusieron muchas pegas cuando al cabo de los años les dije que yo quería ser bibliotecaria en lugar de abogada, economista o dependienta de supermercado.

Estudié (es un decir) en Murcia donde me pegué unas juergas que pá qué os voy a contar. Me funcionaricé hace un par de años mal contados y hoy mis ocupaciones primordiales son lidiar con cenutrousuarios de la peor calaña, catalogar, informar y un largo etc.

Desde que he descubierto el blog Frikitecaris (donde me reencontré con FEP, antiguo compañero) he encontrado por fin mi lugar en el mundo y he descubierto el auténtico motivo que me impulsó a hacerme bibliotecaria: nací para dominar el mundo. Todos juntos lo conseguiremos.

[Fue bonito mientras duró...

FilósofoEnParo

Nací un abril de hace treinta y pocos años. Ya de pequeño empecé a hacer cosas raras, pues según cuenta la leyenda, a la tierna edad de cuatro años, quitaba los dibujos animados para poner los documentales de La 2 a lo que mi abuela decía "Nen, com és que has canviat els dibus?" y yo respondía "És que eran tontus" (tontus con u, sí ¿Qué pasa?).

Con estos antecedentes a nadie extrañó que el niño (que ya no era tan niño) se decidiera por estudiar filosofía. Pero claro, como muy bien saben ustedes, el destino laboral de los filósofos es hacer cola en el INEM. Hubo pues que reciclarse. De nuevo, con un fondo familiar de más de 5000 libros, a nadie le sorprendió que el niño (que ya no era niño para nada) se metiera en el mundo de las bibliotecas. Parecía lo más lógico.

Y así he pasado mis últimos años, es decir, entre libros y cenutriousuarios. En esta feliz época he ido perfeccionado múltiples técnicas como el préstamo-venganza, el "pa'chulo yo" o "Lo siento, no puedo prestárselo, el sistema está cerrado" y cien maneras de entretener a un cenutriousuario más de media hora para no acabar ofreciéndole nada a.k.a "No, no tengo el libro marrón de economía". Pero todo esto se hubiera perdido en el tiempo de no ser por nuestra amadísima, y nunca bien ponderada, jefa que un día tuvo a bien proponerme participar en esta aventura que es frikitecaris.

Jorge Blanquete

Pues tuve un affaire muy comentado con la ex de Sylvester Stallone, la tremenda Brigitte Nielssen. Pero nos pusimos un día a hacer maniobras en nuestro chalet de Jerez, y al poco tiempo el alcalde tuvo que mandarlo demoler. Con el tiempo fui cambiando, y no sólo en mi performance capilar. Acabé siendo un eficaz conductor de programas musicales. En uno de ellos, el impagable Lauren Postigo saludó así a un entusiasta concursante: "Yo a usted le daría trabajo en todos los canales, sobre todo en los de Venecia, a ver si se ahoga".]
 

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