Curso de verano: LIBRERO PROFESIONAL

Un bibliotecario y un librero comparten en común tres cosas. Una, aguantar al cenu. Dos, sufrir la cara de la gente cuando decimos a qué nos dedicamos. Me da que la reacción de la gente es igual. Por último, los libros. Si en la biblioteca no nos libramos de las desideratas (por mucho que intentemos esquivar los Dan Brown de este mundo), en la librería les pasa exactamente lo mismito.



No obstante, su clasificación de los libros es mucho mejor que la nuestra. Pero que mucho.




Creo que me he enamorado del concepto "postureo literario". Hasta ahora no sabía qué nombre poner a este síndrome. 

Post del librero profesional, aquí.




 

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